No, ni madres. No fue así.
Si eres mujer, tu vestimenta en algunos lugares no serías libre y en otros vivirías bajo el mismo techo que otras esposas de tu marido.
Si eres hombre, en una zona de otro continente, serías solo un esposo más de tantos, no manejarías bienes ni decisiones, te maquillarías seis horas para una ceremonia de un día anhelando ser escogido como esposo si corres con suerte.
Si eres gay y te manifiestas, en algunos países serías encarcelado.
Si eres un nini, en otros lugares estarías desterrado.
Si tienes más de un hijo, hasta el 2015, hubieras sido castigado, u obligado a abortar en China.
Si deseas ser conferencista, formador, capacitador, mentor, etc. en otros lugares no podrías, en otras épocas tampoco. ¿Qué tiene que ver esto con lo que hago? TODO.
TODO porque me dedico a crear historias de éxito en ese rubro desde cero, porque sé que se cuentan con todos los recursos para que cualquier persona que lo desea lo haga una realidad.
¿Sabes qué es lo que lo hace difícil? La cantidad de competencia absurda que existe. Levantas una piedra y hay alguien que puede hablar en público y dar un mensaje, pero en realidad eso no marca la diferencia ni genera una marca personal sostenible.
Desde el hecho de no poder decir una palabra en público hasta el hecho de que las personas deseen aquello que tú ofertes al finalizar un servicio brindado y que lo compren, es trabajo de construirte de manera profesional.
Tienes todo para hacerlo, no te detengas más. Una pizca de ego.